Nuevo día, que
empieza con el reto de encontrar las varillas de la tienda, en mitad de la
montaña. Cogemos el bus de vuelta a Chevey y mientras unos van a buscar al
pueblo, otros subimos por donde habíamos descendido el día anterior. Tras un
rato de subida, chapurreamos algo en francés con un ganadero, que nos dice que
los había encontrado y los tenía allí en su casa. Así que con un subidón
tremendo de euforia, recogemos los palos, corremos colina abajo y nos reunimos
con el resto de compañeros para coger nuevamente el autobús antes de que
caduque el tiempo de uso del billete. Estamos que no nos lo creemos. Nos ha
cambiado la cara a todos.
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Ojo a las sonrisas después de encontrar las varillas de la tienda |
Una vez estamos
todos en el autobús, nos dirigimos al pueblo de Jaun, donde compramos comida y bebida para
darnos un festín de celebración. Ahí, esperamos a Mar, que se une a nosotros en
los últimos días de caminata. Una vez llega, comemos todos juntos, mientras nos
ponemos todos al día y celebramos la llegada de nuestra nueva compañera de
viaje. Pero nuevamente, el momento de felicidad se va rápidamente. Tenemos que
despedir a Elina, que también nos deja a mitad de ruta. Sin duda este último
día ha sido una locura entre despedidas, búsquedas y recibimientos.
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Jaun |
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Cascada junto a la cual nos ponemos para pasar el rato, comer y beber |
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Sidra y cerveza de la zona, helado, pastel de manzana y muchas ganas de terminarlo todo |
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Por fin con Mar. Que pena que solo pueda venir un par de días.
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Pero bueno,
tenemos que continuar, así que nos ponemos de nuevo los mochilones a la espalda
y continuamos en dirección hacia Schwarzsee. Subimos durante un rato, hasta
alcanzar un refugio, poco por debajo del collado que representa el final de
nuestra caminata de hoy. Ahí, tomamos algo en la terraza del refugio, mientras
disfrutamos de las vistas.
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Refugio con el pico Chörblispitz de fondo. |
Después, continuamos hasta alcanzar finalmente el
collado y buscamos un buen lugar para emplazar nuestro campamento. En estos
momentos nos encontramos a los pies del pico Chörblispitz, cuya belleza supera
la rareza de su nombre. Sin duda estamos viendo picos con siluetas increíbles,
sin necesidad de ascender a grandes altitudes.
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Mar disfrutando de su primera tarde de monte alejada del bullicio de la ciudad |
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Diego y yo con el macizo de Gastlosen de fondo |
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Macizo del Gastlosen |
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Mar tirando de capacidad fotogénica |
Esa noche Diego
y yo volvemos a perdernos por las colinas para hacer alguna foto nocturna y
charrar un rato. Sin duda, un placer aprender de un maestro así.
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Foto nocturna del pico Chörblispitz
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Nuestro último
día de travesía, lo comenzamos con mucha calma, desayunando, desmontando tienda
y empezando a caminar más tarde de lo habitual. No obstante, el camino hasta
Schwarzsee es relativamente corto y cuesta abajo. Tras un rato de pateo y
charra, llegamos al lago Schwarzsee donde comemos y finalmente cogemos un bus
que nos lleva a Fribourg, para enlazar con un tren dirección Nyon, a una media
hora de Ginebra.
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Lago Schwarzsee con el pueblo de Schwarzsee al fondo |
Al llegar a
Nyon, nos acercamos a la zona del Lago, donde tratamos de encontrar un sitio
para tomarnos otra fondue de queso. Así que muy decididos y con toda nuestra
elegancia mochilera, le preguntamos a un camarero de un restaurante. Pues bien
lo creáis o no, nos manda a paseo y nos dice que lo tiene todo reservado. Sí
señor, unas doce mesas o más entre fuera y dentro, sin cartelito alguno de
reserva, pero resulta que esta todo ocupado. Así que nos vamos a otro bar,
donde cenamos de maravilla y a la vuelta pasamos junto al primer restaurante,
que está casi vacío.
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Callejeando por Nyon |
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Ultima tocinada del viaje |
Tras la cena,
buscamos un parque un poco aislado y preguntamos a unas chicas y un chico que están haciendo ahí una hoguera, que si hay
algún problema para poner la tienda. Nos dicen que no y cuando nos disponemos a
montar tiendas y a dormir, nos invitan a unirnos a ellos. Así que nos estamos
un rato de charra con ellos y cuando se van, continuamos un rato antes de
apagar el fuego y prepararnos para dormir.
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Disfrutando de los últimos momentos juntos |
Y nada más que
contar, despedidas, dormir un rato y a las pocas horas comenzábamos a
marcharnos de manera escalonada a coger nuestros respectivos vuelos y trenes.
La montaña y la naturaleza siempre me ha regalado momentos mágicos. Algunos de ellos los he disfrutado en soledad y han significado muchísimo para mi. Pero otros como los vividos en esta semana han ido más allá. El poder compartir la mayor de mis pasiones, con algunas de las mejores personas que conozco, hace que esos momentos se graben en mi memoria de forma irreversible. Momentos inolvidables como estos, son los que nos construyen como personas y nos hacen ser lo que somos. Por todo esto, GRACIAS COMPAÑEROS. NOS VEMOS PRONTO.
Hasta la próxima aventura.
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