sábado, 8 de abril de 2017

Paseando bajo Peña Roya

Sigo apurando mis últimas semanas por Panticosa. Esté martes, aprovechando las nevadas del pasado fin de semana, decidimos ir a Peña Roya, en la zona alta de las pistas de esquí de Panticosa. 

Así, nos juntamos Jorge, Arancha, Raul y yo para disfrutar de una tarde de travesía. Como salimos muy tarde, a eso de las 16:30, subimos con las furgos hasta donde la nieve nos lo permite, siguiendo la pista que va desde Hoz de Jaca hasta el ibón de Sabocos. 

Aparcamos a unos 1750m de altura y desde ahí nos calzamos los esquís y ascendemos poco a poco llegando rápidamente a las pistas de Panticosa. El mismo calor que nos hace sudar como condenados desde el primer momento, ha dejado la nieve muy blanda. Sin embargo, nosotros tiramos para arriba, pensando en la nieve polvo que Raul nos ha prometido en las palas norte de Peña Roya. 

Calzándonos los esquís mientras Telera nos observa desde el fondo 
Pequeño tramo sin nieve, para el que tenemos que quitarnos los esquís 

Siguiendo las pistas, que los operarios ya están pisando, preparándolas para el día siguiente, llegamos rápidamente hasta la zona alta del telesilla de Corona de Aragón, donde ya nos salimos de las pistas, siguiendo unas huellas bien marcadas del día anterior. 

Avanzamos por las pistas con la vista puesta en Peña Sabocos. 

Trazando zetas, vamos ascendiendo por la prometida y esperada nieve polvo, viendo como el sol poco a poco se aproxima a la silueta de la escarpada cresta norte del pico Peña Roya. 

Rozando el sol con la punta de los dedos 
A cada paso que ascendemos, nos vamos parando para poder observar el maravilloso paisaje que nos esta regalando la tarde. La luz del sol a estas horas aporta un aspecto mágico a las montañas que nos rodean, y de fondo, un mar de nubes en la zona francesa del Pirineo. 

Arancha con el macizo del Garmo Negro cubierto de fondo 
Siguiendo huella 

Y habiendo pasado el primer repecho del ascenso, nos detenemos en una loma y decidimos abandonar la opción del pico, para poder de disfrutar de la bajada, antes de que el sol se esconda y se forme la temida costra de nieve helada, sobre nuestra tan ansiada nieve polvo. 

Replanteándonos la subida antes de decir que nos bajamos 

Y que decir...DECISIÓN CORRECTA! Menuda bajada. A cada giro, sentimos como la nieve amortigua nuestros movimientos, como si de almohadas mullidas se tratase. El resultado, unos bonitos surcos ondulados sobre la nieve y una sonrisa mayúscula en nuestras caras. 

Foto trampa...esta es de antes de subir.
A la bajada no se diferenciaban ya las huellas por la falta de luz. 

Una vez hubimos bajado hasta el ibón de Asnos, remontamos una pequeña loma para luego bajar por fuera pistas hasta la furgoneta. Y la verdad que nuestra suerte no ha acabado, pues disfrutamos de un atardecer espectacular durante esta ultima parte de la excursión. Eso si, teniendo nuestros más y nuestros menos con una pala de nieve que estaba un tanto avalanchosa, después de tantas horas de sol. El caso, que al final todos bien y mas contentos que para que. 

Últimos reflejos del sol sobre la nieve
Disfrutando de las vistas que la bajada nos brinda.
Menudas sonrisas de oreja a oreja
El sol tocando el horizonte 
Y acabamos con un atardecer de escándalo 

Y eso es todo. Muchas gracias a mis compis de aventuras y a todos los que me leéis.

Saludos y hasta la próxima.




domingo, 2 de abril de 2017

Tablato por la diagonal W

Volvemos a salir al monte a disfrutar de la nieve, antes de que el sol y el calor primaveral nos la arrebaten. En esta ocasión conté con la gran compañía de Iván, con el que subí al Tablato por su diagonal oeste. 

Salimos con calma por la mañana a eso de las 8, sin darnos el gran madrugón, pero sin ir con horario dominguero. Tras llegar al Balneario de Panticosa y prepararnos, comenzamos el ascenso por el bosque, a pie y fresquitos en la cara sombría del valle, mientras vemos como el sol matutino va iluminando progresivamente el macizo del Gramo Negro al otro lado del Balneario. 

Sol y sombra, las dos caras del valle.

Al cabo de un rato cruzamos el barranco del Brazato, cuyas aguas fluyen cristalinas entre el manto blanco que cubre todo el valle. Nada más cruzar ponemos los esquís y continuamos nuestro camino entre los pinos, ya bajo los rayos del sol, que comienzan a calentar la nieve que pisamos con nuestras tablas. 

Entre las sombras del bosque. 

Avanzamos siguiendo unas huellas de los días previos, que surcan solitarias la homogénea superficie de la nieve caída pocos días atrás. A nuestras espaldas vamos dejando el Balneario, cada vez más abajo, y al alzar nuestras miradas contemplamos la diagonal del Tablato, a la que nos aproximamos más a cada paso que damos.

Vista del Tablato y su diagonal oeste al fondo. 

Siguiendo el carril.

Después de unas cuantas zetas con las que ganamos desnivel, llegamos a las hoyas del Brazato, protegidas aun del sol por la mole de roca del pico al que nos dirigimos. Desde aquí comenzamos a ascender por la diagonal. 

Diagonal oeste del Tablato. 

Pronto, nos echamos los esquís a la espalda y así los alargados y suaves surcos que estos dejaban sobre la nieve, son sustituidos por las profundas marcas que nuestros crampones dejan a cada paso. 

Ascendiendo por la diagonal. 

Ultimo tirón hasta la cresta. 
Tras un rato de ascenso por una nieve cambiante y muy bacheada por las huellas previas, llegamos a la cresta que nos conducirá hacia la cima. 

Iván en la cresta, disfrutando del paisaje.

Y así vamos dando nuestros últimos pasos por la tortuosa cresta, escuchando el chirrido de las puntas de nuestros crampones, cada vez que estos chocan con la dura superficie de las rocas, que sobresalen por encima de la nieve. 

Pequeñas cornisas, dejadas por las nevadas recientes. 

Cresteando un poquito para antes de llegar a la cima. 

Con paisajes así de recompensa, se sufre lo que haga falta.

Y por fin...cima. Momento de disfrutar de las vistas que nos regala este precioso pico.

Puntas de Piniecho con la sierra de la Partacua de fondo. 

La bella y la bestia.

Habiendo disfrutado ya del merecido almuerzo, comenzamos inicialmente nuestro descenso a pie, hasta llegar al collado oeste, donde nos calzamos nuevamente los esquís, para disfrutar de una gran bajada, con una nieve especialmente buena durante los primeros giros. 

Pues nada, eso es todo por hoy. 

Mil gracias a Iván por compartir conmigo un gran día de actividad. 

Un saludo a todos y hasta la próxima aventura.