Tras 4 años de
espera, la semana pasada, por fin pude reencontrarme con grandes amigos de mi
año de Erasmus en Finlandia. Un año, que estuvo marcado por grandes
experiencias y aún mejores personas, que me llevaron a replantearme mi futuro,
y gracias a las cuales decidí dar un giro radical a mi vida y tratar de vivir
disfrutando de mi pasión, la montaña.
El reencuentro tuvo
lugar en Suiza, donde realizamos parte de una ruta conocida como Alpine Panorama
Trail, que en su gran mayoría, transcurre paralela al núcleo central de los
Alpes, pero por una zona de menor altitud y mucho más poblada. Manda narices, de mochileo y tienda de campaña, por el noveno país más rico del mundo...no cantaba que eramos de fuera ni nada.
Mi viaje
comienza en Madrid, desde donde vuelo con Andrea y Nacho en dirección a
Ginebra. Una vez ahí nos juntamos con Philip y disfrutamos de un buen almuerzo
a la orilla del lago Leman, mientras nos ponemos al día de muchas cosas. Después, por la tarde, dejamos nuestros mochilones en el hostal donde pasaremos noche y damos una vuelta por Ginebra.
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Estos suizos si que saben hacer bancos |
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Philip, Andrea y Nacho junto a la catedral de Ginebra |
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Observando Ginebra desde su zona alta |
Acabamos el día inflados de queso hasta los topes, cenándonos una fondue y haciendo un poco la digestión junto al lago, viendo el Jet d´Eao, o chorro de agua muy alto, para los que como yo no dominan mucho el idioma de nuestros vecinos del norte.
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Llenando reservas de grasa para el camino |
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Lo dicho...CHORRO GRANDE DE AGUA |
Al día siguiente, cogemos el tren en dirección a Vevey, en el otro extremo del lago Leman, donde
nos encontramos con Diego, Elina y Ulli. Sin duda, el simple hecho de
reencontrarnos ya hace que el viaje mereciese la pena.
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Por fin todos reunidos, aunque falta gente que no ha podido venir o que vendrá más adelante |
Ya con todo el
grupo al completo, comenzamos nuestra ruta, con la mochila a la espalda y
muchos kilómetros y paisajes aún por recorrer. Nuestro primer día de caminata, transcurre
por un terreno mixto de senderos y caminos asfaltados, atravesando durante los primeros kilómetros varios núcleos de población y ganando altura poco a poco. Se trata de un día de reencuentro e
intercambio de historias que hacen que las horas pasen más rápido de lo normal.
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Dejando atrás Vevey, llegamos a la población de Saint Legier-La Chiesaz |
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Pasamos por el castillo de Blonay, a la entrada del pueblo de Blonay |
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Y en la estación de tren nos encontramos con este bonito tren a vapor |
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Y por fin, nos vamos adentrando en terrenos más campestres y montañosos |
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A medida que subimos, observamos bonitas cumbres, tratando de esconderse tras las nubes |
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Paradita de rigor para observar el paisaje y hacer unas fotos |
Terminamos el día en una cabaña, que sin ser un refugio como tal y sin saber exactamente
cuál es su función, nos ofrece un techo para pasar una noche bien protegidos de
la lluvia, que ha empezado a caer a última hora de la tarde. Así que una vez
instalados, nos pegamos una buena cena y a dormir. A juzgar por la comida que
hemos traído todos y la cena que nos hemos pegado, parece que nos vayamos a
pegar un viaje gastronómico.
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Nuestro refugio para pasar la primera noche |
Continuamos a primera hora de la mañana con el tiempo aún un poco revuelto y caminamos a
través de pistas y carreteras que hacen un poco pesado el avance y que nos llevan hasta el pueblo de Les Pacots. Cuando, por
fin, salimos de la carretera, realizamos una parada más que oportuna para comer,
que nos libra de la intensa lluvia que ha comenzado a caer. Tras el descanso
continuamos a través de senderos y caminos que nos adentran en un entorno algo
más natural y montañoso, pasando junto a un bonito pico conocido como Le
Moléson.
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Andrea y Ulli, de camino a Les Pacots |
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Estos es Suiza...vacas, verde y casitas everywhere |
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Algunos de los senderos nos adentran en frondoso y bonitos bosques |
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NO PASARAAAAAAS!!!!!! |
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Las nubes dan un toque curioso y bonito a las cumbres |
Desde la zona
baja de los paredones del pico, decidimos comenzar a buscar un sitio donde
acampar, y a los pocos minutos damos con un refugio cerrado. Sin embargo, un
pueblerino de la zona, nos aclara que el refugio es de un amigo suyo y que no
hay problema en que acampemos en la campa que se encuentra dentro del recinto.
Si bien el
tiempo nos respeta mientras montamos tiendas y volvemos a ponernos ciegos en
una especie de merienda-cena, de repente la niebla y la lluvia nos rodean,
obligándonos a pasar la tarde en la tienda de campaña. Así que nos hacinamos los
7 en una tienda para tres personas y pasamos la tarde a base de juegos, risas y
charra.
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Quien dijo pasar hambre? |
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Juegos de luces, en la niebla que enturbia el cielo nocturno |
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La niebla lo cubre todo |
Las sensaciones
del viaje de momento son maravillosas. Parece que estuviésemos aun de Erasmus.
Viajes así demuestran que las verdaderas amistades nunca mueren, por mucho
tiempo que pase y distancia que os separe.
En cuanto a la
ruta, por el momento es bonita, aunque nos esperábamos menos civilización.
Parece que la dispersión de la población rural es mucho mayor que en España. No
obstante es impresionante como se fusionan el entorno natural con el desarrollo
de esta vida rural. Parece ser que podemos convivir con la naturaleza sin
cargárnosla. Solo hay que querer.
Continuara...