Este año, el invierno se
ha hecho esperar, pero parece ser que al final ha hecho acto de presencia. Las
nubes han dejado a su paso valles y montañas anegados por el blanco elemento.
Así que como no podía ser de otra forma, no me he podido resistir, y con la
primera tregua por parte de la meteorología, me he apresurado a disfrutar del
bonito paisaje, legado de estas intensas nevadas.
Sin duda, la actividad
que hoy he llevado a cabo refleja una idea que siempre he defendido, y es que
las grandes aventuras, no residen siempre en las escarpadas cumbres de nuestras
montañas, ni en las verticales murallas rocosas cuyos resquicios solemos buscar
para llegar a lo más alto. Hoy quiero demostrar a base de palabras e imágenes
que pequeños paseos pueden convertirse en toda una experiencia.
Mi aventura de hoy no ha
sido otra que un “simple” paseo con raquetas de nieve entre las localidades de El
Pueyo de Jaca y Panticosa. Mas el término -simple- se disipa en el momento en
que el bosque que cobija este sendero, se empeña en atraparte entre ramas
caídas por el peso de la nieve y la propia nieve, que sobre el suelo, forma una
trampa constante que te traga como si de arenas movedizas se
tratase.
Así pues, se cumplen los
grandes requisitos implícitos en toda gran aventura; esfuerzo, perseverancia y
como resultado final un espectáculo para nuestra mirada y nuestras emociones.
Adentrarse en un lugar inhóspito, y bello que te deja sin palabras y que pide a
gritos ser contemplado. Un lugar donde la naturaleza y en este caso la nieve,
demuestran su poderío y te hacen sentir pequeño.
Aquí os dejo una pequeña
muestra de esta magnífica experiencia. Espero que os guste.
Un saludo y hasta la
próxima.
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