Para
aquellos que me pedíais ya esta crónica, siento el retraso pero no he podido
prepararla antes.
Es domingo 5 de abril. Amanece un día
más en el valle de Tena y los primeros destellos del sol iluminan las montañas.
Con el material preparado y muchas ganas, Raul, Lorenzo y yo mismo, nos
preparamos para acometer una de las ascensiones que más ganas teníamos de
realizar desde hace mucho tiempo, el Midi d´Ossau.
Nos dirigimos
hacia la frontera con Francia y nada más atravesarla nos vemos envueltos en una
densa niebla que enfría el ambiente, pero que lejos queda de frenar nuestra
determinación.
Con todo
preparado, partimos y ascendemos el tramo que separa el Portalet del collado de
Soum de Pombie. Nuestro avance rasga la niebla durante el primer tramo de ascenso, hasta que casi llegando al collado, el sol acaba ganándole la batalla a la
densa niebla, dejando a la vista las blancas laderas por las que ascendemos.
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Caminando entre la niebla... |
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ascendemos con el sol tratando de abrirse paso... |
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y finalmente salimos por encima de las nubes. |
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Dejamos atrás las nubes |
No tardamos en
alcanzar el collado, abriéndose ante nosotros el paisaje y contemplando por fin
nuestra anhelada cima. Contemplamos asombrados las paredes del Midi d´Ossau que
se alzan repentinamente, dando lugar a un pico de aspecto colosal y desafiante,
que con sus 2884 m, nada tiene que envidiar a los tresmiles pirenaicos.
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Y llegamos al collado |
El aspecto
escarpado de esta cima pirenaica, tiene su origen en un antiguo volcán, cuyo
magma se solidifico en su interior, quedando más adelante al descubierto,
debido a la erosión del exterior del cono volcánico. De esta manera, no solo el
aspecto sino el tipo de roca y el aislamiento de esta cima, hacen de ella uno
de los sitios más espectaculares de todo el Pirineo.
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El Midi aparece ante nuestros ojos |
Continuamos
hasta el refugio de Pombie por un terreno sencillo y desde el refugio nos
dirigimos hacia el pie de la mole rocosa. Una vez ahí dejamos los esquís en un
resalte rocoso, aligerando el peso, con el fin de afrontar el ascenso, más cómodos.
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Raúl quitando focas para hacer una pequeña bajada hacia el refugio de Pombie |
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Los paredones del Midi vistos desde el refugio de Pombie |
Iniciamos el
ascenso de las chimeneas, incrementándose de forma drástica la pendiente y
perdiendo nuestros talones el contacto con la nieve. Seguimos la lengua de
nieve entre chimenea y chimenea ascendiendo a un ritmo lento pero constante.
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Iniciamos el ascenso hacia las chimeneas |
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Raúl entre la Primera y la segunda Chimenea |
El ascenso se
hace duro, pero a cada mirada a nuestro alrededor, las impresionantes vistas panorámicas
que nos rodean nos llenan de fuerza para seguir subiendo.
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Nubes jugando a esconderse entre las moles rocosas de los Pirineos |
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Mirando lo que nos queda aún por delante |
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Lorenzo asciende con Francia a la espalda cubierta de nubes |
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Proseguimos nuestro ascenso |
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Paradita para coger algo de aire antes de continuar |
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y con las pilas cargadas afrontamos la ultima chimenea |
Finalmente
alcanzamos el final de la tercera chimenea, marcado por una cruz metálica. Desde aquí continuamos subiendo las últimas rampas que nos separan de la cima. No obstante cuando parece que ya la tocamos con nuestras manos, nos encontramos con un collado final antes de la cima, que nos regala unas vistas privilegiadas.
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Raúl en el collado entre la ante-cima y la cima |
Y por fin, cima. El
ascenso ha sido largo pero ha merecido la pena. No se describir muy bien la
sensación en ese momento. Para mi, es la primera cima invernal con cierta
complejidad, y la mezcla de las nuevas sensaciones en esos terrenos más
abruptos y escarpados, junto con las majestuosas vistas que nos ofrece el pico
me dejan sin palabras.
Sin duda un minuto
con esta sensación puede compensar el agotamiento, el sufrimiento y los
obstáculos que el camino nos puede ofrecer durante horas. Esto es montañismo y/o alpinismo,
buscar la felicidad y la emoción adentrándonos en la naturaleza, superando los
obstáculos que esta nos pone, con el fin de disfrutar de ella.
La única pena que al
ir con el tiempo un poco justos no podemos disfrutar mucho de ese momento
mágico en la cima. Así que iniciamos el descenso al cabo de pocos
minutos.
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Lorenzo y Raúl en la cima |
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Lorenzo y yo en la cima |
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Y tras un rato disfrutando de las vistas en la parte alta, iniciamos el descenso de las chimeneas |
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Las vistas siguen siendo espectaculares |
Unas
horas después, y tras una bajada agotadora, llegamos de vuelta al coche. Ha
sido un día largo pero emocionante. Sin duda, este ascenso permanecerá en mi
memoria para siempre. Podrá parecer una tontería pero para mí ha sido algo
especial. Por eso quiero agradecer a Raúl y a Lorenzo que me acompañasen en
esta aventura. Porque sin ellos esta experiencia hubiese sido un poco peor.
Porque me han animado cuando mis fuerzas fallaban, tras un par de días de mucha
actividad y muy pocas horas de sueño. Por todo ello, GRACIAS COMPAÑEROS.
Espero
que os haya gustado la crónica de esta actividad.
Un saludo
y un fuerte abrazo para todos los que seguís mis aventuras.
Hasta
la próxima.