viernes, 20 de febrero de 2015

Montaña del Verde y Pico Faceras

Salgo de trabajar un jueves de madrugada y sabiendo que la siguiente noche la tengo de descanso, me decido a ascender esquiando la Montaña del Verde y el Pico Faceras, junto a las pistas de esquí de Panticosa.

Tras haber vuelto del trabajo, decido descansar una horita antes de prepararme y salir de casa. Y sí, como era de esperar me quedo dormido. El caso, que aunque tarde, me preparo todo el material y salgo hacia el parking de Panticosa, donde me calzo los esquís y comienzo el camino.

Vista de Peña Telera desde el Pueyo de Jaca 

De la primera parte del ascenso no hay mucho que contar, asciendo por las pistas de esquí sufriendo y sudando como un fines en una sauna y viendo gente bajar, con más o menos estilo, pero bajando. Durante mucho rato, sigo ascendiendo, dejando atrás varios remontes y telesillas de las pistas, hasta que por fin llego a la zona de Sabocos, donde abandono finalmente las pistas, para adentrarme en el manto espeso de nieve virgen que cubre la montaña.

Subo por las pistas, dándole la espalda a Peña Telera 

Continúo mi ascenso con la vista puesta en el pico Sabocos (a la derecha) y la Montaña del verde (a la izquierda) 
Montaña del Verde a donde me dirijo y espero llegar en un rato 

Me deslizo cuesta abajo hasta llegar a una cabaña situada a las orillas del Ibón de Sabocos, donde paro para disfrutar por fin de esa sensación de soledad y calma absoluta, alejado del ajetreo de las pistas de esquí. La verdad que me entran ganas de quedarme unos cuantos días ahí a dormir.

Sin duda, mejor que un un hotel de 5 estrellas 
El pico Sabocos se alza majestuoso por encima del ibón 

Desde este punto continúo hacia el collado de Sabocos, siguiendo las huellas de aquellos que no se han quedado dormidos como yo y que han salido a una hora decente. En el collado, disfruto un momento de las vistas que la montaña me ofrece y prosigo mi camino trazando zetas, para superar el último tramo que me queda por ascender.  

Pico del Verde, desde casi el collado de Sabocos 

Surcando los últimos metros antes de llegar al collado 

Y tras unas horas y más de mil metros ascendidos, llego a la cima, donde me encuentro a los tres aperturistas de huella que me han hecho el camino más fácil. Comparto charla y risas un rato con ellos hasta que comienzan su descenso y ahí me quedo yo, solo en la cima.

Espectacular vista de la arista norte del Peña Roya 

Garmo, Fenias, Argualas y compañía nos observan de lejos 

Si bien es verdad que la compañía en el monte es siempre satisfactoria y muy recomendable, hay veces en los que se agradece disfrutar de momentos de soledad, en parajes tan magníficos como en el que me encuentro en ese momento. Mires a donde mires, solo ves un lienzo de roca, nieve y árboles. Un lienzo que por mucho que pinten y fotografíen, nunca será igual de bello que en ese momento en el que te encuentras formando parte de él. Así que ahí me quedo un rato, disfrutando del paisaje y respirando aire fresco.

Poder contemplar esto con el silencio y la calma envolviéndote no tiene precio

Queda claro que no somos nada comparado con aquello que nos rodea 


Y finalmente viene la parte más divertida de todo el día, la bajada. Ante mí se extienden lomas cubiertas de nieve polvo que cubren el monte, ensalzando sus siluetas, como un bonito vestido ensalza las curvas de una bella mujer. Me calzo los esquís y lo único que puedo decir para definir esa bajada es, libertad y diversión. Mis esquís surcan la nieve dejando una estela tras de sí, mientras me deslizo pendiente abajo, deseando que aquello nunca termine.

Dejamos atrás el Rincón del Verde 

Trazando surcos sobre el blanco lienzo 

Un desierto de dunas blancas 

Pero como toda buena aventura, lo que empezó debe acabar de alguna manera y en mi caso, acaba con una sensación agridulce. Por un lado he realizado una de las bajadas más divertidas que recuerdo. Por otro lado, mis esquís han topado con un invitado inesperado, una roca oculta bajo la nieve, que les ha dejado un desagradable recuerdo y que me dejara unos días sin ellos. 

No obstante una ruta que repetiré más de una vez seguro.

Espero que os haya gustado. Hasta la próxima aventura.

Un saludo. 




















domingo, 8 de febrero de 2015

Descenso por el bosque de Yandel

Como muchos otros fines de semana, vuelvo a contar con la grata presencia de algunos de los amigos del club As Cimas. 

Dan las 8 de la mañana del domingo y tras haber trabajado toda la noche y haber dormido media hora, intento salir del cobijo y calorcito de la manta con la que me he quedado ligeramente indispuesto en el sofá. 

Media horita más tarde, ya con las furgos cargadas, salimos decididos a ascender el Pelopín. Sin embargo, nada más pasar el túnel de Cotefablo nos damos de morros con la cruda realidad. El dichoso viento, cuyo propósito para este año es dejar calvas las cimas del Pirineo, se ha llevado la nieve caída la semana pasada. 

Así que raudos y veloces, lluvia de ideas y…decisión final...nos vamos a esquiar a Panticosa a los bosques de Yandel. 

Nuevamente, al llegar a Panticosa surgen más problemas. Está todo a reventar de gente y coches. Tras un rato dubitativo y con algo de bajón por la situación, mis compañeros me consiguen animar para subir arriba, opción que durante la última media hora, había sido desplazada por la de volverme a dormir a casa. 


Pero el caso es que finalmente tiramos todos para arriba, ascendiendo por las pistas el tramo inicial, para salirnos fuera de las mismas en el momento en que tenemos oportunidad. Desde luego siempre se agradece evadirse y alejarse de la multitud para disfrutar del monte. 










Llegados a un refugio forestal, situado en pleno bosque, se nos marcha Gema que ha venido de raquetista y decide bajar por otra senda, para disfrutar de un bonito descenso al cobijo del bosque. Igualmente, Desi, nuestra campeona de las vueltas María, decide darse la vuelta ya que anda con la rodilla un poco fastidiadilla. 


Así que el último tramito subimos Marci, Laura, Carlos y yo, rompiendo la capa de nieve que se extiende ante nuestros esquís, y de tanto en tanto, aprovechando la huella dejada por los más madrugadores. 











Antes de llegar a la parte alta de Yandel, el viento empieza a rugir con fuerza, azotándonos toda la nieve venteada en la cara. Así que decidimos quitar focas y hacer el descenso desde ahí. 





La bajada muy bonita aunque el viento y el frío de estos días han dejado la nieve muy cambiante por lo que se hace difícil de bajar en algunos tramos, y si no que le pregunten a Carlos. 

Y nada eso es todo, espero que os haya gustado y que os animéis a esquiar, raquetear, o caminar por estos bosques mágicos situados entre Panticosa, Hoz de Jaca y el Pueyo de Jaca. 

Me gustaría acabar dando las gracias a mis compis de esquí con la siguiente frase que creo que se explica por si sola. 


"La felicidad solo es real cuando se comparte"























martes, 3 de febrero de 2015

Paseando entre el Pueyo de Jaca y Panticosa (Camino las palizas)

Este año, el invierno se ha hecho esperar, pero parece ser que al final ha hecho acto de presencia. Las nubes han dejado a su paso valles y montañas anegados por el blanco elemento. Así que como no podía ser de otra forma, no me he podido resistir, y con la primera tregua por parte de la meteorología, me he apresurado a disfrutar del bonito paisaje, legado de estas intensas nevadas.

Sin duda, la actividad que hoy he llevado a cabo refleja una idea que siempre he defendido, y es que las grandes aventuras, no residen siempre en las escarpadas cumbres de nuestras montañas, ni en las verticales murallas rocosas cuyos resquicios solemos buscar para llegar a lo más alto. Hoy quiero demostrar a base de palabras e imágenes que pequeños paseos pueden convertirse en toda una experiencia.

Mi aventura de hoy no ha sido otra que un “simple” paseo con raquetas de nieve entre las localidades de El Pueyo de Jaca y Panticosa. Mas el término -simple- se disipa en el momento en que el bosque que cobija este sendero, se empeña en atraparte entre ramas caídas por el peso de la nieve y la propia nieve, que sobre el suelo, forma una trampa constante que te traga como si de arenas movedizas se tratase.

Así pues, se cumplen los grandes requisitos implícitos en toda gran aventura; esfuerzo, perseverancia y como resultado final un espectáculo para nuestra mirada y nuestras emociones. Adentrarse en un lugar inhóspito, y bello que te deja sin palabras y que pide a gritos ser contemplado. Un lugar donde la naturaleza y en este caso la nieve, demuestran su poderío y te hacen sentir pequeño.

Aquí os dejo una pequeña muestra de esta magnífica experiencia. Espero que os guste.


Un saludo y hasta la próxima.