jueves, 20 de agosto de 2015

Rozando las estrellas desde el balcón de Pineta. Pico Astazou occidental


A lo largo y ancho de los Pirineos, miles de rincones mágicos se esconden entre elevadas cumbres y frondosos bosques. Hace un par de semanas, tuve el privilegio de recorrer junto a Cristina, compañera y amiga del club As Cimas, uno de los más bellos y sobrecogedores de estos lugares,  el Balcón de Pineta. 

Iniciamos nuestra aventura a los pies del circo de Pineta, donde comenzamos a caminar. El día no es excesivamente caluroso y las nubes nos protegen del sol, sin embargo una tremenda humedad se concentra en los bosques que nos rodean al inicio del camino, haciendo algo duro un suave inicio. 

Circo de Pineta 

Dejamos atrás el cobijo de los árboles, para dar paso a un bosque de helechos, desde el cual ya intuimos el camino de ascenso sinuoso y zigzagueante que nos ayudará a salvar las murallas del Circo de Pineta. 


Cascadas del circo de Pineta 

Ascendemos lentamente, siendo conscientes de que el cronómetro no nos persigue y con la tranquilidad que adquieren las montañas al atardecer, cuando turistas y excursionistas se retiran a descansar.

Ascendemos elevándonos sobre el valle de Pineta 

Ya al llegar arriba del Balcón, contemplamos la belleza del paisaje, que sin embargo, lejos queda de lo que fue en su día, cuando muros inmensos de nieve y hielo se descolgaban de la cumbre del Monte Perdido, como si de una cortina de hielo se tratase.


Mirando hacia el Robiñera desde lo alto del Balcón 
 No obstante, aún queda algo de lo que fue ese magnífico glaciar, al igual que los vestigios de su lengua glaciar, morrenas de enormes bloques de roca, que atravesamos para llegar a nuestro destino del día, el ibón de Marborés, donde nos remojamos un poco y plantamos tienda, cuando ya la noche se cierne sobre nosotros. 

Entre morrenas glaciares con los Astazous de fondo 

Glaciar del Monte Perdido 

Ibón de Marborés y Tuca Roya al fondo a la izquierda 

Ya con la tienda montada, cenamos mientras asistimos atónitos a un espectáculo sin igual. El cielo se transforma en un lienzo con miles y miles de estrellas, dibujadas sobre las oscuras siluetas de las montañas que nos rodean. Al brillo de las estrellas, se suma el reflejo de la luz de la luna sobre el frío hielo del glaciar, que aporta algo de luz a esta imagen sobrecogedora. Así, con esta imagen grabada en nuestra mente nos vamos a dormir. 


Luces en la noche 1

Luces en la noche 2

Luces en la noche 3

A la mañana siguiente, tras haber desayunado y recogido el campamento, nos ponemos en marcha en dirección al collado de Astazou, poco antes del cual dejamos las mochilas escondidas entre las rocas, para ascender más ligeros.


Monte Perdido jugando al escondite 

¿Se os ocurre un lugar mejor para pasar la noche?

A medida que continuamos ascendiendo, las nubes nos van cubriendo y el viento nos bambolea cada vez con más fuerza. Llegamos al collado y desde aquí continuamos hasta la cima del Astazou occidental, donde decidimos quedarnos, sin hacer la cresta hasta el oriental.

Rozando las nubes con las yemas de los dedos 


Cuando la naturaleza te demuestra lo pequeño e insignificante que eres

Desde la cima disfrutamos de las vistas del Balcón de Pieneta y del circo de Gavarnie, cuyas paredes asciende de forma vertiginosa desde el fondo de valle confiriendo a las montañas que lo rodean el aspecto de imponentes titanes de roca elevados sobre el valle.


Imponente circo de Gavarnie 

Cima del Petit Astazou o Astazou Occidental 

A lo lejos el ibón de Marborés, donde hemos pasado noche 

Grandeeeeees. Cima del Petis Astazou 

Tras un rato en la cima disfrutando del paisaje, comenzamos un descenso que se nos hace largo y duro para nuestras rodillas. Pero finalmente y tras unas horas, llegamos al coche, donde nos quitamos mochilas y nos tomamos algo.

Descendiendo por el Balcón de Pineta 

Astazous al fondo a la derecha con las morrenas del glaciar en primer plano 

A un paso del abismo 

¿De donde venimos? 

Valle de Pineta desde el Balcón 

Cristina en mitad del descenso 

Para variar haciendo el ganso 

Bueno aquí acaba nuestra aventura. Sin duda una salida espectacular. Un paraje difícil de mejorar, y una compañera de diez. Gracias a Cristina por acompañarme y a todos vosotros por leerme. 

Un saludo y hasta la próxima.

lunes, 10 de agosto de 2015

Peña las Once. Durmiendo junto a las mágicas aguas de la Basa de la Mora

Nuevamente con retraso, pero aquí tenéis la crónica de otra gran escapada por los Pirineos aragoneses. Se trata de una bonita travesía de dos días, pasando noche en la Basa de la Mora y cruzando al completo la cresta que une la Peña las Diez con el Pico Mediodía.

Ibón de Plan o Basa de la Mora desde la Peña Mediodía
Cresta desde la Peña las Once hasta el Pico Mediodía 

Comenzamos nuestra aventura el sábado 27 de Julio en Zaragoza, donde nos juntamos unos cuantos compañeros del club As Cimas y nos repartimos en coches para dirigimos al valle de Chistau. Hacemos una parada en Saravillo, donde aprovechamos para comer y para dejar un vehículo, ya que este, será nuestro punto de retorno.  Así pues, una vez con el estómago lleno,  nos dirigimos a Plan con los otros coches y ahí empezamos la caminata.

Iniciamos el camino por una pista que sale al inicio de Plan, y por la cual continuamos durante unos minutos, hasta coger un desvío por una senda, que sale a mano izquierda. Desde este punto, el camino de subida es continuo y sin descanso, sin embargo al ser por cara norte y al cobijo del bosque, lo hacemos fresquitos y disfrutando de las vistas a nuestras espaldas. Los minutos y las horas pasan rápido mientras charramos sin parar, para desgracia de Gema, que piensa “a ver cuándo narices se callan estos petardos”.

Iniciamos el ascenso al cobijo del bosque
Llegamos al plano de la Basa de la Mora 

Finalmente, llegamos a la Basa de la Mora y lamentablemente nos la encontramos con muchísima menos agua de la que esperábamos. Una lástima ver así, uno de los sitios más bonitos del Pirineo. Pero bueno, el sitio sigue mereciendo mucho la pena, y pasar una noche en un lugar así, junto a grandes compañeros de monte y aventuras, nunca puede salir mal. Así pues, buscamos sitio para acampar, al final del ibón, y ya con las tiendas montadas, nos pegamos una buena cena, esperando que la luna y las estrellas se sumen a la fiesta.

Bonito rincón este de la Basa de la Mora, pero el agua debería llegar hasta donde se tomó esta foto 
La noche nos envuelve finalmente y confiere al lugar un toque mágico. La luz de la luna se baña en las aguas frías y gélidas del ibón, a las que proporciona un brillo intenso y unos reflejos juguetones, que no paran de deslizarse por la superficie. Las montañas que nos rodean, nos envuelven en un manto de luces y sombras. Simplemente maravilloso poder pasar una noche en un sitio así.

La Basa al anochecer 

La luna se asoma por encima de las montañas

Durmiendo a la luz de la luna 

Durmiendo a la luz de la luna 2

Destellos en el cielo 

A la mañana siguiente nos levantamos sobre las 7 y una hora después, estamos saliendo con las mochilas a nuestras espaldas hacia la Colladeta del Ibón. Tras un rato de subida, llegamos al collado y desde ahí, giramos a mano izquierda para encarar el ascenso final hacia la Peña de las diez. 

Comenzando el ascenso al collado 

Llegando al collado entre sombras y luces 

En la cima de la Peña las Diez y con Peña las Once de fondo 

Una vez alcanzada nuestra primera cima del día, continuamos por la cresta y con puntualidad militar, llegamos a la peña de las Once. ¿A qué hora?...pues si, a las 11. Al ser esta nuestra cima principal del día, realizamos un parón para hacernos unas fotos y para picar algo. 

Llegando a Peña las Once 

Macizo de la Maladeta de fondo 

En la cumbre de Peña las Once 

Tras un rato de vagueo en la cima disfrutando de las vistas, continuamos por la cresta para alcanzar un rato después la Peña de las Doce, donde algunos del grupo deciden quedarse a esperar, mientras Marci, Guille y yo continuamos hasta el Pico de las Doce.

Cresteando a Peña Mediodía 

La naturaleza siempre sabe como adaptarse 

Peña las Once de fondo 

Cima de Peña Mediodía 

Centinelas en el horizonte 

Centinelas curiosas 

Plan, San Juan de Plan y Gistaín desde Pico Mediodía 

Y bueno ya con toda la cresta hecha, solo nos queda la bajada por un terreno pedregoso y roto, que nos frena bastante hasta llegar al ibón. Desde aquí, la bajada hasta Saravillo ya la hacemos más cómoda y a la sombra del bosque, aunque no por ello se hace corta. 

Una vez llegamos, parte del grupo se va a Plan a recoger los otros coches y a su vuelta comemos algo, antes de volver al calor de la capital aragonesa.

Gran salida, y muchas risas con este pedazo de grupo de compañeros de caminatas y buenos amigos. Muchas gracias a ellos por regalarme otro gran fin de semana de montaña y gracias a todos los que me seguís en mis aventuras.

Un saludo a todos y un fuerte abrazo.


Hasta la próxima. 


































































domingo, 2 de agosto de 2015

Gastroalpinismo al Eriste N o Beraldi

Durante este último mes, el trabajo, el calor y el agotamiento, tanto físico como mental,  me han dejado muy aplatanado y con pocas ganas y tiempo para escribir. Pero bueno, aquí estoy nuevamente para contaros nuevas aventuras.

El fin de semana del 18-19 de Julio, realice una bonita salida con algunos de los compañeros del club de montaña As Cimas al Eriste Norte o Beraldi. Si bien la idea inicial era dormir en el Ibón de Millares la noche del sábado al domingo, la méteo no nos dio opción a ello, por lo que decidimos pasar noche en el camping del Forcallo, poco más abajo del refugio de Biados.

Así pues, salimos con calma el sábado de Zaragoza, llegamos a media tarde al camping y montamos tiendas, justo a tiempo, antes de que empezase a jarrear agua como si no hubiese un mañana. Pero bueno como suele decirse, al mal tiempo, buena cara. Así, ante la imposibilidad de disfrutar de una bonita noche durmiendo en mitad del monte, decidimos ir bien provistos de comida y bebida, para darnos un despropósito de festín para cenar. Sin duda, una tarde increíble de charla, risas, cachondeo y muy buen ambiente en general.

Nos vamos a dormir un poco tarde, a eso de las 10. Sin embargo, eso no es excusa y la madrugada del domingo, nos levantamos puntuales, a eso de las 5 de la mañana. Desayunamos algo, preparamos nuestras mochilas y nos ponemos en marcha a eso de las 6.

Con las caras aún incapaces de ocultar el sueño, iniciamos el ascenso hacia el refugio de Biadós, el cual alcanzamos en poco tiempo. Dejando atrás el refugio, nos adentramos en el barranco de la Ribereta, teniendo siempre a la vista el Eriste Norte.

Puntal de Barrau en primer plano y Eriste N al fondo 

Cruzando el barranco de la Ribereta 

La primera parte del ascenso transcurre por un terreno sencillo entre árboles y a la sombra. Una vez salimos del bosque, ascendemos durante un rato más hasta llegar al ibón de Millares. Desde este punto la subida suave y progresiva que hemos tenido hasta el momento, se torna en un ascenso mucho más duro y delicado por terreno pedregoso, no muy estable. Si bien no se trata de una subida técnica, nos fuerza a ir poco a poco y mirando bien donde pisamos.

Iniciando el ascenso entre prados y bosques 

Amanecer en el Pico del Montó 

Aproximándonos poco a poco al ibón de Millares 


Ibón de Millares 
En este punto, comenzamos a caminar por terreno rocoso.

Caminando a la sombra, cobijados del calor de la mañana 


Eriste N al fondo a la izquierda y Gran Eriste a la derecha 


Llegando al collado de Millares 

Tras un buen rato de ascenso, llegamos al Collado de Millares para seguidamente ascender el último tramo que nos queda hasta llegar a la cima. 

Posets y Espadas acariciando las nubes 

Macizo del Posets al fondo e inicio de la cresta de las Forquetas a la derecha 


Y por fin cima en el Eriste N, donde nos quedamos un rato para disfrutar de las maravillosas vistas y de un poco de picoteo.


Ibones de Millares (derecha) y de Leners (Izquierda) 

Foto cimera con el Gran Eriste a mis espaldas

Equipo As Cimas con el macizo del Posets de fondo 

Haciendo el moñas en la cima 

Alegría cimera 


Tras la cima, nos queda el suplicio de la bajada que realizamos sin más problemas, aunque se hace un poco larga. No obstante, llegamos todos abajo, vivitos y coleando. Una vez en el camping, recogemos tiendas, comemos algo, nos tomamos un cafecito y de vuelta a Zaragoza.


Arenas de colores en las montañas 

Descendiendo con un bonito panorama de fondo 

Vista atrás a lo que acabamos de ascender. Precioso rincón. 

Sin duda un gran fin de semana. El pico genial, las vistas espectaculares y la compañía inmejorable.

Espero que os haya gustado.


Un fuerte abrazo a todos y hasta pronto.