jueves, 16 de agosto de 2018

Rodeando Cotiella


Después de varios inviernos en el Pirineo, pasar uno en Zaragoza, hace que valores mucho más los momentos que pasas en la montaña.

A finales de Abril, me llama Mario para plantearme una trave de fin de semana rodeando el Cotiella, y claro, para ahí que fuimos (Mario, Juan y yo).

Tras pasarnos una noche en casa de Mario en Puyarruego, nos fuimos hacia Saravillo y ascendimos por la pista, hasta donde la nieve nos dejó. Primer nevero salvado por Juan y su pericia al volante y en el siguiente, paramos, nos cargamos las mochilas y a foquear.

Subida un tanto incómoda poniendo y quitando esquís hasta la basa de la Mora y desde aquí, disfrutando de un día perfecto de esquí hasta el refugio de Armeña.

Entre bosques buscando la Basa
La encontramos y como siempre...preciosa
Un poquito de postureo del bueno
y seguimos para arriba 
Caras que se te quedan cuando ves que aun queda un cacho por subir 
A veces hay que pararse, mirar hacia atrás y disfrutar de lo que te rodea
Chino chano para arriba
Colladeta del ibón 
Circo de Armeña
Otra de Juan mirando a las musarañas 

Ya en el refugio, pasamos la tarde apañándolo un poco, preparando la chimenea y de risas hasta la hora de la cena.


Refugio de Armeña
Haciendo el gamba


Una tarde dura en la montaña

Al día siguiente, amanecimos pronto con el fin de no pillar la nieve muy blanda en el flanqueo antes de llegar al collado del Cotiella. La verdad que el día tuvo de todo. Bonito ascenso al primer collado a la luz del amanecer. Flanqueo complicado, con la nieve por las rodillas, buscando un sitio para salir que no tuviese cornisa. Subida cómoda a la cima. Y para acabar el día descenso con nieve y lluvia.


Amanecer, de camino al collado de Cotiella 
Flanqueo entre collado de Cotiella y colladeta de Las Neiss

Salvando las cornisas 
Flanqueo ya superado 
Escapando de Mordor 
Y esta es la cara que se te queda cuando llegas a la cima...
aunque luego en el facebook siempre pones estas fotos con cara de felicidad 
Puntons del Ibonet. Precioso camino de bajada.

Total que acabamos el finde chipiados, pero muy contentos por una ruta guapísima y con el monte todo para nosotros.

Genial la ruta e inmejorable la compañía. Gracias a Mario y Juan por platear la ruta y por acompañarme en otro gran finde de monte.  

martes, 14 de agosto de 2018

Querida Telera

Querida Telera,

Sabes que para mí la montaña no es cuestión de subir a lo más alto, o de hacer lo más técnico y difícil posible. Para mí, la montaña consiste en disfrutar de cada momento que esta me regala a cada paso que doy. Hay veces que pequeños paseos o actividades te llaman de una manera especial y te regalan momentos mágicos. Subir a tu cumbre ha sido uno de esos momentos.

Cuantas mañanas habré observado ensimismado el amanecer a tus espaldas, iluminándote con las primeras luces del alba. Cuanto tiempo habré deseado ascender a esos muros sobre los cuales el sol salía cada madrugada.

No podía ser más que perfecto, el día que por fin decidí poner los pies sobre tu cumbre. Hacía mucho que no disfrutaba tanto en el monte. Disfrutar en completa soledad del pasaje y de tus faldas cubiertas de flores. Observar a los sarrios saltar elegantemente por los roquedos y recordar así mi infancia, cuando también yo saltaba de roca en roca (probablemente con menos elegancia) tratando de mantener el equilibrio. Contemplar el valle desde las alturas. Magnífico espectáculo que quizás solo pueda ser superado por las vistas de aquel buitre que surcaba el aire a pocos metros de mí.

Por todo esto y por cada segundo de ese día, mil gracias.

Espero que nos reencontremos pronto.

Sherpa Pirenaico. 




Observándote desde la distancia al amanecer.

Disfrutando del frescor de tus verdes bosques... 

...y viendo como el sol trata de iluminar tus sombras.

Observando nuevas orquídeas. 
Caminando por zonas de pastos...
...y contemplando el camino que queda por ascender a tu cumbre.

Caminado junto al ganado que pasa el verano en terrenos de tu propiedad...

...y pudiendo disfrutar de más orquídeas,


de Edelweiss,
gencianas,
semprevivas,
y muchas más.
Observando como los montes a mi espalda se difuminan a cada paso que doy... 

 y como no, disfrutando del más absoluto silencio en las alturas.

Viendo Panticosa desde el punto en que el sol aparecía por las mañanas.

Pero al revés que otros, yo no me quedo aquí a dormir.

Y decido explorar nuevos senderos...


que si bien a veces se pierden...

...acaban apareciendo de nuevo.