A lo largo y ancho de los Pirineos, miles de
rincones mágicos se esconden entre elevadas cumbres y frondosos bosques. Hace un
par de semanas, tuve el privilegio de recorrer junto a Cristina, compañera y
amiga del club As Cimas, uno de los más bellos y sobrecogedores de estos lugares,
el Balcón de Pineta.
Iniciamos nuestra aventura a los pies del circo
de Pineta, donde comenzamos a caminar. El día no es excesivamente caluroso y
las nubes nos protegen del sol, sin embargo una tremenda humedad se concentra
en los bosques que nos rodean al inicio del camino, haciendo algo duro un suave
inicio.
|
Circo de Pineta |
Dejamos atrás el cobijo de los árboles, para dar
paso a un bosque de helechos, desde el cual ya intuimos el camino de ascenso
sinuoso y zigzagueante que nos ayudará a salvar las murallas del Circo de
Pineta.
|
Cascadas del circo de Pineta |
Ascendemos lentamente, siendo conscientes de que
el cronómetro no nos persigue y con la tranquilidad que adquieren las montañas
al atardecer, cuando turistas y excursionistas se retiran a descansar.
|
Ascendemos elevándonos sobre el valle de Pineta |
Ya al llegar arriba del Balcón, contemplamos la belleza
del paisaje, que sin embargo, lejos queda de lo que fue en su día, cuando muros
inmensos de nieve y hielo se descolgaban de la cumbre del Monte Perdido, como
si de una cortina de hielo se tratase.
|
Mirando hacia el Robiñera desde lo alto del Balcón |
No obstante, aún queda algo de lo que fue ese magnífico glaciar, al igual que los vestigios de su lengua glaciar, morrenas de enormes bloques de roca, que atravesamos para llegar a nuestro destino del día, el ibón de Marborés, donde nos remojamos un poco y plantamos tienda, cuando ya la noche se cierne sobre nosotros.
|
Entre morrenas glaciares con los Astazous de fondo |
|
Glaciar del Monte Perdido |
|
Ibón de Marborés y Tuca Roya al fondo a la izquierda |
Ya con la tienda montada, cenamos mientras
asistimos atónitos a un espectáculo sin igual. El cielo se transforma en un
lienzo con miles y miles de estrellas, dibujadas sobre las oscuras siluetas de
las montañas que nos rodean. Al brillo de las estrellas, se suma el reflejo de
la luz de la luna sobre el frío hielo del glaciar, que aporta algo de luz a
esta imagen sobrecogedora. Así, con esta imagen grabada en nuestra mente nos
vamos a dormir.
|
Luces en la noche 1 |
|
Luces en la noche 2 |
|
Luces en la noche 3 |
A la mañana siguiente, tras haber desayunado y
recogido el campamento, nos ponemos en marcha en dirección al collado de Astazou,
poco antes del cual dejamos las mochilas escondidas entre las rocas, para
ascender más ligeros.
|
Monte Perdido jugando al escondite |
|
¿Se os ocurre un lugar mejor para pasar la noche? |
A medida que continuamos ascendiendo, las nubes nos van cubriendo y el viento nos bambolea cada vez con más fuerza. Llegamos al collado y desde aquí continuamos hasta la cima del Astazou occidental, donde decidimos quedarnos, sin hacer la cresta hasta el oriental.
|
Rozando las nubes con las yemas de los dedos |
|
Cuando la naturaleza te demuestra lo pequeño e insignificante que eres |
Desde la cima disfrutamos de las vistas del Balcón de Pieneta y del circo de Gavarnie, cuyas paredes asciende de forma
vertiginosa desde el fondo de valle confiriendo a las montañas que lo rodean el
aspecto de imponentes titanes de roca elevados sobre el valle.
|
Imponente circo de Gavarnie |
|
Cima del Petit Astazou o Astazou Occidental |
|
A lo lejos el ibón de Marborés, donde hemos pasado noche |
|
Grandeeeeees. Cima del Petis Astazou |
Tras un rato en la cima disfrutando del paisaje,
comenzamos un descenso que se nos hace largo y duro para nuestras rodillas. Pero
finalmente y tras unas horas, llegamos al coche, donde nos quitamos mochilas y
nos tomamos algo.
|
Descendiendo por el Balcón de Pineta |
|
Astazous al fondo a la derecha con las morrenas del glaciar en primer plano |
|
A un paso del abismo |
|
¿De donde venimos? |
|
Valle de Pineta desde el Balcón |
|
Cristina en mitad del descenso |
|
Para variar haciendo el ganso |
Bueno aquí acaba nuestra aventura. Sin duda una salida espectacular. Un paraje difícil de mejorar, y una compañera de diez. Gracias a Cristina por acompañarme y a todos vosotros por leerme.
Un saludo y hasta la próxima.